sábado, 22 de septiembre de 2018

La Virgen María con el título de la Merced


Cuando Dios escogió a María para Madre de su Hijo, la hizo Soberana, Protectora y madre de todos los verdaderos fieles.

La historia parte del año 1218 y de la reconquista, su biógrafo lo cuenta así:

Habiéndose reconquistado una parte de los territorios perdidos por la venganza del conde D. Julián, que resentido del agravio que había recibido en el honor de su hija por el rey D. Rodrigo, había hecho dueño de toda la monarquía a Muza, general del ejército del califa de Damasco, que se hallaba a la sazón en Berbería, no habiendo barbaridad que no sufriesen los cristianos de parte de los sarracenos, pues a unos desollaban vivos, a otros empalaban, a otros quemaban las plantas de los pies a fuego lento, haciendo espirar a otros a fuerza de crueles palos, tratándolos a todos peor que los más viles animales de carga.
Ntra. Sra. de la Merced de Huete (Cuenca)

La Madre de la misericordia, compadecida de tantas miserias como afligían a los cristianos cautivos, quiso dar al mundo un ilustre testimonio de maternal bondad, fundando una congregación cuyo instituto fuese solicitar el alivio y la redención de cautivos cristianos que gemían bajo la cruel esclavitud de los moros. Escogió para esta obra a Pedro Nolasco, quien fue el fundador de la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced, dedicada a la redención de cautivos.

Todo comenzó cuando la Virgen María se le apareció a Pedro Nolasco la noche del uno de agosto de 1218 estando en oración. En esos momentos pedía por los cautivos cristianos que estaban bajo la tiranía de los infieles. La Virgen le solicitó que fundara una nueva congregación con el título de “Nuestra Señora de la Merced”, cuya principal misión sería la redención de los cristianos cautivos en el dominio de los moros.

Asombrado Nolasco con esta visión, exclamó: ¿Quién sois vos que tenéis tan penetrados los secretos de Dios?, ¿Y quién soy yo miserable pecador para encargarme de tomar esa empresa? “Yo soy María, Madre de Dios, respondió la Virgen, que traje en mis entrañas y dí a la luz del mundo Soberano Redentor de todo los hombres; y deseo haya en la Iglesia una nueva familia que haga singular profesión de rescatar a los cautivos. Yo te ayudaré en esta misión que tomaré bajo mi protección, te facilitaré los medios y allanaré todos los escollos”.

Aunque animado Pedro Nolasco acudió a Raymundo de Peñafort que ejercía de clérigo y escriba y era su confesor y habiéndole contado lo que le había sucedido mientras se encontraba en oración, Raymundo le contó que había tenido la misma revelación. No dudando que era de Dios el pensamiento, se fueron a palacio a comunicar al rey D. Jaime I de Aragón, lo que intentaban y confiarle la noticia del duplicado milagro; pero quedaron gustosamente sorprendidos cuando luego el rey los vio en su cuarto quien le anticipó antes de que ellos hablaran, la visión que había tenido enteramente igual a la de ellos.

El día de San Lorenzo del mismo año, el rey acompañado de toda su corte y de los magistrados de Barcelona, pasó a la catedral, llamada Santa Cruz de Jerusalén, donde subió la púlpito Raimundo, y publicó ante la presencia de todo el pueblo la visión que al mismo tiempo habían tenido el Rey, Pedro Nolasco y el mismo, sobre la fundación de una Orden religiosa con el título de Ntra. Sra. de la Merced, Redención de Cautivos. Acabada el ofertorio, el Rey D. Jaime y Raimundo tomaron de la mano a Pedro Nolasco y le presentaron a Berenguer de la Palu, Obispo de Barcelona, quien le vistió de hábito blanco y el escapulario de la Orden. Habiendo hecho os tres votos añadiendo un cuarto, por el cual así él como todos los que abrazasen el nuevo instituto se obligaban no solo a pedir limosna para rescatar a los cristianos cautivos, sino a quedarse ellos mismos en rehenes y por rescate siempre que lo pidiese la necesidad.

Confirmada esta Orden por el Papa Gregorio IX y honrándola con crecido número de privilegios, la Iglesia instituyó el día 24 de septiembre la festividad de la Virgen de la Merced para perpetuar la memoria de tan grande beneficio y en acción de gracias por la fundación de una Orden que es la más heroica caridad.

San Pedro Nolasco
Pedro Nolasco, en 1248 acompañó al rey Fernando III de Castilla en la toma de la ciudad de Sevilla, fundando poco después el Convento de la Merced Calzada de la Asunción. Fue canonizado en 6 de mayo de 1628 por el Papa Urbano VIII. Se le representa vistiendo el hábito blanco de los mercenarios, con unas cadenas rotas que simbolizan la liberación de los cautivos, un estandarte con las armas de la Corona de Aragón, una cruz y un ramo de olivo.

En el pueblo de Huete (Cuenca) se fundó en 1277 el Monasterio de los Mercenarios, sobre la ermita de Santa Quiteria donde se daba culto a la Virgen del Prado. La tradición afirme que el convento fue fundado por Pedro Nolasco, fundador de la Orden de la Merced quien había estado visitando la tumba de San Julián en la Catedral de Cuenca.

El pueblo de Huete celebra estos días sus fiestas en honor a la Virgen de la Merced y para su mayor gloria y respeto os trascribo una poesía que D. Fernando León Cordente, sacerdote de Huete hizo a la Virgen:

Virgen Señora del Prado

desde tiempos ancestrales

tuvo la suerte de hallarte

un humilde labrador.



Y desde entonces la tierra

fecunda y sana de Huete

tu sagrada imagen quiso

en sus pechos venerar.



Hoy siguiendo tus pisadas

que nuestra tierra sembraron

de milagros y mercedes

de bendiciones y paz.



Queremos de nuevo Madre

que nuestros pasos dirijas

y nuestras vidas transcurran

a tu sombra y a tu luz.



Y que al final de la vida

al cobijo de tu manto

gocemos de dulce encanto

en el Cielo de Jesús.



Cuenca, 22 de septiembre de 2018.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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