SAN JULIÁN. PADRE DE LOS POBRES. 28 de enero
Hoy celebramos la festividad del patrón de Cuenca y siempre viene bien el repasar su biografía y hablar de su obra y milagros.
¿Quién no ha ido al paraje de San
Julián “El Tranquilo” a comerse un bocadillo de tortilla en su festividad y
recoger los panecillos de caridad que ofrece la hermandad?
San Julián nació en Burgos en
1128. Recibió las órdenes sacerdotales en 1166, dedicándose por completo a su
ministerio sagrado y a visitar a pobres y enfermos, a quienes socorría con
abundantes limosnas.
Al ver que en su época tantas
personas desconocían los mensajes de Cristo, en particular moros y judíos, sin
descartar a los cristianos, decidió salir a esparcir la luz de la verdad,
recorriendo España en su predicación, acompañado de un muchacho de gran
santidad, llamado Hermes. Unos veinticinco años llevaba predicando la doctrina
de Jesús, cuando al Arzobispo de Toledo, Don Martín López de Pinaga, le nombró
Arcediano de la Catedral Primada en el año 1192.Ermita de San Julián el Tranquilo |
Al quedar vacante el Obispado de
Cuenca, el rey Alfonso VIII, conquistador de esta ciudad y fundador de su
iglesia Catedral, resolvió nombrar Obispo para la misma. En el mes de junio de
1196 fue consagrado por el mismo Arzobispo de Toledo, tomando posesión de su
diócesis en agosto del mismo año.
Durante su vida en Cuenca, no
hizo otra cosa que remediar necesidades; las rentas de la Mitra las repartía
entre los pobres, juntamente con el producto de la venta de las cestas que él
mismo fabricaba con mimbres; visitaba y socorría enfermos, consolaba a los
huérfanos, enterraba a los muertos y pedía constantemente al Todopoderoso por
el bienestar moral y material de los hijos de esta tierra.
Durante su vida, y aún después de
su muerte, obró sorprendentes milagros. Uno de los milagros que más repercusión
social tuvo fue el que paso a relatar:
Al quedar arrasados los campos de
Ocaña, Ucles, Huete y Cuenca por el
avance de las tropas del Califa de Córdoba, Yacub Aben Yucep, las reservas de trigo se agotaron en la
ciudad, quedando patente el milagro que obró San Julián. Lesmes, fiado de la
Santidad de su Obispo y Señor más que en el testimonio de sus ojos que le
decían que no quedaba en los trojes ni un grano de cereal, volvió y encontró
los graneros llenos, socorriendo a aquellos pobres que pedían pan para sus
hijos y que propagaron la fama del trigo milagroso. Dios, haciendo otro alarde
de su amor por su santo, obró el prodigio del trigo. Multitud de acémilas,
grandes recuas cargadas de trigo entraron en Cuenca, sin conductores y sin
guías. Se dirigieron a la casa episcopal, deteniéndose a las puertas como
término de su viaje, reparando de esta forma la hambruna del pueblo conquense. Capilla del Transparente o de San Julián |
San Julián murió en nuestra
ciudad a la edad de ochenta y dos años, y doce de pontificado. Dicen los libros que
antes de morir fue visitado por la Reina del Cielo acompañada de multitud de
ángeles que entonaban esta antífona: “He aquí un gran sacerdote, que en sus
días agradó al Señor y fue hallado justo, el cual sirvió de reconciliación en
los tiempos de venganza”. La Virgen trajo un ramo de palma verde, que entregó
al moribundo diciendo: “Toma siervo de Dios, esta palma en señal de la
virginidad y pureza que siempre has guardado”. Después puso la Virgen una
corona de rosas sobre la cabeza del santo y se retiró majestuosa. Al morir
salió de su boca un ramo de palma blanca que se elevó hasta el cielo; se oyeron cantos angélicos y
todas las campanas de la ciudad dejaron oír sus sonidos sin que persona alguna
las tocara.
En el cuarto Concilio de Letrán,
en el año 1215, fue elevado a la categoría de Santo y colocado en el
martirologio en el siglo XVI por los Papas Gregorio XIII y Sixto V.
En distintos épocas ha sido
abierta la caja que guarda su cuerpo incorrupto, para contemplación del pueblo
de Cuenca.
Urna con los restos de San Julián |
La primitiva urna fue colocada en
la desaparecida capilla de Santa Águeda; pasando después a la del Sagrario en
1518, y posteriormente a la de la Reliquia. En 1695 se encerró la caja de
sabina en una urna de plata repujada que hoy no existe, siendo colocada
definitivamente el 5 de septiembre de 1760 en el altar de San Julián o del
Transparente, levantado con mármoles, serpentina y bronces dorados.
Los medallones de mármol blanco,
tallados en alto relieve por Francisco Vengara de la Academia de Roma,
representan distintos pasajes de la vida del Santo, siendo lo más notable de
este soberbio altar el grupo escultórico de las virtudes teologales, debidas
también al cincel de ese glorioso Vergara y que se hallan colocadas en el
coronamiento del retablo.
Publicado en Cuenca, 11 de enero de 2014, actualizado el 28 de enero de 2024
Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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