Sabemos que
fueron tres los que se presentaron en Belén de Judá por las escrituras
existentes pero son muchas las preguntas que surgen en el relato.
A propósito de
unos hechos tan extraños, y ante la imposibilidad de atribuir la causa a algún
fenómeno celeste que los guiar hasta el sitio exacto del nacimiento de Niño
Jesús, A. Bonnetty (1*), impresionado
por el misterio que envuelve estas narraciones, pregunta: “¿Quiénes son esos
Magos, y qué hay que pensar de esa estrella? Esto se pregunta, en este momento,
los críticos racionalistas y otros. Y es difícil responder a estas preguntas,
porque el Racionalismo y el Ontologismo antiguo y moderno, al extraer todos sus
conocimientos de ellos mismos, han hecho olvidar todos los medios por los
cuales los pueblos antiguos de Oriente conservaban las tradiciones primitivas”.
Adoración de los Reyes Magos de Yañez.
Catedral de Cuenca.
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La tradición
afirma que fueron tres los Magos que acudieron tras la aparición del astro en
el cielo. Sus nombres eran Gaspar, Melchor y Baltasar. Para Beda el Venerable,
cada uno sería el representante de las razas primitivas descendientes de Noé,
tronco común. Los pintores aceptaron esta idea y estamparon en sus lienzos los Reyes Magos como tipos de los pueblos
convertidos, y así pretenden representar a la raza de Sem bajo el aspecto de un venerable anciano, Gaspar, que ofrece oro
el Niño Dios; Melchor, hijo de Jafet,
como un gallardo joven que ofrece a Dios incienso y en el fin, y al rey Baltasar de tez negra y brillante,
simbolizando a Cam y a sus
descendientes, que ofrece la mirra, símbolo del sacrificio.
Si analizamos
la procedencia de los reyes, sería el Oriente, pues así contesta el Evangelista
San Mateo; pero el oriente de Jerusalén, desde el Jordán hasta China hay
tierras para muchos príncipes. Es creencia general que procedía del norte de
Arabia y de los países que baña el Éufrates. En efecto, afirma la historia que
existían en dicha regiones varios reyes, o jefes de tribus, que ejercían una
autoridad más o menos independiente en sus respectivas comarcas. Estos reyes
esperaban al Mesías con profunda fe y ardientes deseos. Conocerían las
profecías mesiánicas y de un modo especial la de Daniel, que en tiempos de la
cautividad de Babilonia (reinando Nabucodonosor) habrían aprendido e n las
reuniones de os antepasados. Contaron las 70 semanas del año cuyas postrimerías
debían ser la aurora del nacimiento del
Mesías prometido y según los cómputos se vivían ya esos días. Era, además, voz
unánime de todo el Oriente, que de la Judea debía surgir un rey poderoso que
conquistaría el mundo, cuando apareció el astro que les había de guiar a el
mismo lugar donde nacería el Mesías prometido.
Publicado en Cuenca, 5 de
enero de 2021 y el 5 de enero de 2024.
Por José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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-1* A. Bonnetty, Documensts historiques sur la Religion des Romains, tomo II, pág.
564.
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