122 años del hundimiento de la torre
del Giraldo de la Catedral de Cuenca
El suceso ocurrió el 13 de abril de
1902, a las 10:00 horas
No hacía mucho que la Semana
Santa había concluido y con ella todo el bullicio que se formaba en la Plaza
Mayor había desaparecido. La plaza estaba tranquila con sus habituales vecinos.
Al ser algo temprano para la misa de doce nos sentamos para hacer tiempo en el
bordillo de la barandilla del lado izquierdo de la plaza.
Mi abuelo mirando a la catedral
se le escapó la expresión “que mocha queda la catedral sin torres”. Preguntándole -¿Cuántas torres tenía? -Cuatro, la del Gallo, la de la Saeta, la
torre del Ángel que es la única que queda y la gran torre del Giraldo que el 13
de abril de 1902 se vino abajo.
-¿Tu lo viste abuelo?- Si te
refieres a que si estuve aquí después del suceso pues te diré que sí, como
todos los jóvenes de Cuenca.
-¿Cuántos años tenías?
-Eso me lo vas a decir tú. Yo
nací el 2 de enero de 1886 y el suceso ocurrió el 13 de abril de 1902. Echa las
cuentas en la libreta Josemari. Pues 16 años, 3 meses y 11 días.
-Tampoco hacía
falta que el cálculo fuera tan exacto, pero esta bien.
-Cuenca en aquella época era una
ciudad pequeña, gozábamos de una paz franciscana, la gente vivía sin
preocupaciones y los chicos a mi edad ya éramos hombres con trabajo. El
hundimiento de la torre de nuestra catedral conmovió extraordinariamente a
todos. La noticia corrió como pólvora y en un momento se congregó casi toda la
vecindad en la Plaza de la Constitución, que así se llamaba por entonces la
actual Plaza Mayor. Acudimos unos atraídos por la curiosidad y otros temerosos
de que entre las víctimas hubiera algún familiar o amigo.
Aproximadamente serían sobre las
diez de la mañana, yo me encontraba trabajando en el convento de las Angélicas,
con mi patrón, haciendo unos arreglos de carpintería cuando oímos un fuerte
estruendo, pero seguimos trabajando hasta que se oyó una gran agitación en el
exterior, así que dejamos de trabajar y salimos a ver lo sucedido. Al salir la
plaza estaba cubierta de una gran nube de polvo ocultando lo sucedido. No tardó
en aparecer el Sr, Alcalde D. Arturo Ballesteros que ordenó a los serenos
municipales salir por los pueblos limítrofes en busca de auxilio, según se oía
habían quedado sepultadas algunas personas y era preciso organizar rápidamente
el rescate.
Al inclinarse la torre hacia el poniente, los sillares cayeron sobre dos casas que estaban pegadas a la torre, la
de Anselmo Sanabria y su esposa Visitación Navalón, que tuvieron la suerte de que
hacía unos días se trasladaron a la casa de la huerta que tenían en
arrendamiento en el Huécar. La otra casa
era de un horno de pan que se llamaba como tú, José María García y su esposa
que tenían de familia cinco hijos, nos contó que en ese momento estaban en la
casa la mujer y los cinco hijos ya que él había salido a llevar el pan a las
monjas. Al oír el fuerte ruido tuvieron miedo y se metieron en lo más profundo
de la vivienda, en la cueva, donde guardaban los alimentos. Una vez pasado el
momento comenzaron a gritar con la suerte de que los escuchó Sotero Palomo y
Cruz Gómez, el hijo del zurdo y arrastrándose entre los huecos de los sillares
llegaron a ellos después de desescombrar, liberando a todos ellos.
El Obispo Wenceslao, lejos de
sobrecogérsele el ánimo, rodeado de los fieles que acudían a su paso a besarle
el anillo se puso de rodillas y elevó sus preces al Altísimo y a San Julián
para que les librase de una catástrofe pues creímos en un principio que toda la
Catedral se venía abajo. Los canónigos salieron del interior empolvorados y aún
tuvo que pasar más de una hora para
contemplar el inmenso montón de escombros que se había producido con la caída
del Giraldo.
En primer lugar se pensó en la
familia del campanero que ocupaba las habitaciones interiores de la torre, al
producirse el hundimiento tuvieron que bajar por una escalera de mano, único
modo de salir del peligroso sitio ya que sólo había quedado la espadaña de las dos
campanas más grandes. En ese momento se
echaron de menos a María Antón y a quienes con ella estaban repicando las
campanas en ese momento. Se hablaba que con ella estaban los niños Gregorio
López, Reyes López Ochoa, José López, Ángel Mena, Segundo de León y Francisco
Requena que eran los monaguillos del Templo.
Los trabajos de salvamento
comenzaron de inmediato al acudir los vecinos del Castillo. Gregorio Montero,
Cruz Gómez, Máximo Martínez, Ramón Verdú, Andrés Evole, Vicente Cantero,
Eleuterio Alonso, Andrés Leganés y Eulogio Serdán lograron sacar al joven
Francisco Requena con vida, indicando que sus compañeros iban delante por
haberse vuelto él para recuperar la capa que se la había dejado en las
campanas.
Fue D. Ventura Durango,
dependiente de la Catedral, quien ordenó hacer un boquete por la puerta del
Claustro, donde se descubrió el cadáver de María Antón, joven de 22 años, que
estaba aprisionada por el pecho, entre dos sillares y una viga.
Puerta de Jamete después del hundimiento de la torre del Giraldo |
Durante algún tiempo se temió por
el hundimiento del resto de la Catedral e incluso por el Palacio Episcopal, por
lo que D. Wenceslao Sangüesa, decretó la clausura del Templo, sacando de él las
joyas del tesoro y el cuerpo de San Julián, siendo trasladados a la Iglesia de
la Merced y al seminario.
-¿Se volverá a ver la Catedral con
la torre del reloj? -Pregunté ingenuamente a mi abuelo.
-Josemari, estoy seguro
que yo no la volveré a ver pero os corresponde a las generaciones venideras,
como la tuya, que debéis de hacer fuerza para devolver a esta gran Joya de la
arquitectura gótica el esplendor que tuvo en sus mejores momentos.
Publicado en Cuenca 13 de abril de 2016 y 12 de abril de 2024.
Por: José María Rodríguez González.
Profesor e investigador historio.
_____________
Fuentes:
-Legado de embrujo y leyenda. José María Rodríguez González. 2021.
Disponible en las librería: Evangelio (plaza de la Hispanidad) y Librería Juan Evangelio (Calle Carretería). Edición agotado. Se trabaja en la segunda edición y en una segunda parte con más historias de Cuenca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario