Nació el 21 de
junio de 1002 en Egisheim de Alsacia, hijo del conde Hugo de Nordgau, le
pusieron de nombre Bruno. Fue sucesivamente canónigo y obispo de Toul. La Dieta
de Worms de 1048, en la que tomaron parte, además del emperador y los grandes
del Imperio, representantes de la Iglesia Romana, lo eligió Papa. Pero Bruno no
quiso aceptar la dignidad pontificia hasta saber que el pueblo romano y el clero
aprobaba su elección. Fue a Roma en hábito de peregrino y el 2 de febrero de
1049 el clero y el pueblo confirmaron su elección, cautivados por la humanidad,
grandeza y fe del Santo.
El gobierno de
san León IX se distingue por su actividad y celo contra la corrupción y la lujuria
de muchos miembros de aquel clero, entre los que se distingue el gran
Hildebrando, que después fue Papa y se llamó Gregorio VII. Celebró multitud de
Sínodos dentro y fuera de Italia, destituyendo a muchos obispos deshonrosos y
castigando a los clérigos que de ellos habían recibido las sagradas órdenes. En
1050 celebró uno en Roma, que se ha hecho célebre por la condenación dictada
contra los errores eucarísticos de Berengario de Tours.
Los normandos oprimían
por aquel entonces las poblaciones del sur de Italia. El Papa pidió socorro a
Alemania y marcho al frente de su ejército y cayó prisionero de los normandos
el año 1053. Cerca de un año duró su cautiverio.
El celo
apostólico del Papa sufrió todavía más con la ambición y soberbia de los
griegos. El cisma que Focio había iniciado en el siglo IX vino a consumarse
ahora, al subir Miguel Cerulario a la silla patriarcal de Constantinopla. Este
obispo ignorante, que había sido mercader de cera, mandó cerrar en
Constantinopla todas las iglesias de rito latino y expulsar a los abades de sus
conventos. El Papa, deseoso de la paz y de la unión de los cristianos, hizo
cuanto pudo por evitar el cisma. Pero sus legados nada pudieron recabar del
ambicioso Cerulario y tuvieron que depositar en el altar de Santa Sofía de Bula
de excomunión, el 16 de junio de 1054. A las falsas acusaciones de los
orientales, el Papa contestó con una réplica en cuarenta y un capítulos, donde reivindicaba
las prácticas y usos de la Iglesia Romana.
Al peso de
tanta solicitud, de tantos trabajos, y de tantas penitencias, se rindió en fin
una salud, que siempre había sido muy achacosa. Una gran debilidad acompañada
de igual inapetencia a todo género de comida, fueron anuncios de su cercana
muerte. Para prepararse para su partida, bajó desde Benevento a Roma. Mandó
llamar a su cuarto a los cardenales, obispos y todo el clero, y los habló como
verdadero pastor y como santo Pontífice. Mandó que le llevaran a la iglesia de
San Pedro, donde recibió la santa Unción e hizo la siguiente oración: “Señor,
lleno de misericordia, y redentor de todos los hombres, vos sois toda mi
confianza y mi salvación. Si queréis que todavía trabaje en la salud de vuestro
pueblo, no rehúso el trabajo; pero si queréis llamar a vos a vuestro Siervo,
dignaos abreviar el tiempo de mi destierro”. Después hizo que le echase en una
camilla: oyó misa, habiendo mandado que le dejasen solo con Dios, espiró
mientras estaba dando gracias el 19 de abril de 1054 a los 52 años de edad y el
quinto de su pontificado. Fue venerado por sus contemporáneos como Santo y la
Iglesia celebra hoy, 19 de abril, su festividad. Es indiscutiblemente una de las
grandes figuras del Pontificado de Roma.
Publicado Cuenca, 19 de
abril de 2020. Actualizado el 19 de abril de 2024.
Por: José María Rodríguez
González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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