Protomártir de
la reforma de los Menores Capuchinos nacido en Sigmaringa, ciudad alemana del
principio de Hohenzollern. Su nombre de pila fue el de Marcos Rey (Marcus Roy,
apellido de origen español). El profesar cambió el nombre por el de Fidel,
queriendo la fidelidad con que se proponía servir a Dios en el convento.
Sus primeros estudios los hizo en la Universidad de
Friburgo. Unos compañeros suyos de la alta nobleza, le invitaron a hacer un
viaje por Europa y él aceptó con el fin de perfeccionar su formación. El viaje
se convirtió en una peregrinación científica y religiosa. No pierde desde ahora
ocasión de ejercitar el apostolado o la acción católica. Un día que ve entrar a
un muchacho ataviado con una cortesana (disfrazada de mujer), dice a sus
compañeros: “Un joven debe despreciar los vanos adornos. El que se viste como
una mujer es indigno de la gloria, que sólo se alcanza por los sufrimientos y
despreciando los placeres”.
Otro día observa que sus compañeros se retiran de
un mendigo mal oliente y les dice: “Vosotros estáis llamados para ser
conductores de pueblos, y nadie puede mandar a los hombres si antes no aprende
a vencerse a sí mismo”.
-Hay muchas gentes desgraciadas en el camino del
mundo, y de ellos conviene no acordarse ni mirarlos- le respondió uno.
-La ingratitud –repuso Fidel –la encontraréis en
ellos más que la imagen de Dios, como hijos que son del Padre común que está en
los cielos.
Luego lo encontramos durante algún tiempo
ejerciendo la carrera de abogado, donde no encuentra la paz de su conciencia.
Está en Colmar, una ciudad de Alsacia, pero no ha nacido para pleitear y ganar
dinero. Acepta con especial interés las causas de los pobres. Medita el
Evangelio a diario, y las palabras de Cristo sobre la importancia de la salvación
eterna le asustan. Quiere salvarse, y en el siglo y en el foro encuentra muchos
tropiezos. Determina hacerse capuchino y busca un refugio en el convento de
Friburgo.
El día de su
profesión solemne escribía estas palabras: “Para conformarme con la perfección
resignación y caridad de Jesucristo en el Huerto y en la Cruz, yo me ofrezco y
consagro, por esta última y definitiva voluntad mía, como un sacrificio vivo y
eterno, al servicio de la majestad divina. Desnudo salí del seno de mi madre y
desnudo de todas las cosas me pongo entre los brazos de Jesucristo mi Salvador”.
Muchas veces
más adelante, recordando esta renuncia voluntaria de sí y de todos sus bienes,
se felicitaba y decía: “He dado a Dios los bienes de la tierra y El me da el
reino de los cielos”.
Fue siempre un
verdadero hijo del Pobrecillo de Asís. Oración, trabajo constante, penitencia y
pobreza, “¡Qué desgracia, solía repetir, si yo combato flojamente, siendo
soldado de un Rey que está coronado de espinas!”.
Terminados sus
estudios y ordenado sacerdote, fue dedicado al ministerio de la predicación.
Wetkirchen, donde fue superior del convento, recuerda todavía los triunfos de
su ministerio. Allí se dio por entero al servicio de los apestados, término que
hoy, por desgracia nos es familiar por el COVID-19. Estaba en todas partes, en
el hospital, en las casas, en las calles y en las plazas, curando los cuerpos y
salvando las almas. Se hizo célebre como apóstol. La Congregación de la
Propagación de la Fe, recién fundada por Gregorio XV, lo mandó al frente de una
expedición de misioneros que debían atajar los progresos del calvinismo en el
país de los grisones.
Martirio de San Fidel |
Pronto se
atrajo el odio de los herejes. No podían con él y recurrieron a la muerte
violenta. A golpes de maza y de puñal le derriban un día que le sorprenden en
un camino desierto. Sus últimas palabras fueron: “Señor, tener piedad de mí”.
“Santa María, asistidme”. Moría en el año de 1622 y había nacido en 1577. Tenía
cuarenta y cinco años de edad.
Clemente XIV,
decretó para toda la Iglesia su fiesta el 24 de abril.
Publicado en Cuenca, 24 de
abril de 2020 y el 24 de abril de 2024.
Por: José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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