sábado, 20 de abril de 2024

San Anselmo, doctor (1033-1109). Festividad del 21 de abril.

  Anselmo nació en Aosta, ciudad de Piamonte hacia el año 1034, en el año 1033. Era hijo del conde Gondulfo y de Ermerberga, uno y otro de las más nobles familias de la Lombardía y del Piamonte. Estudió primero con un clérigo que le enseñó las letras y luego con los benedictinos de Aosta.

A los veinte años perdió a su madre y poco después Anselmo resolvió desterrarse de la casa paterna. Pasó a Francia y aquí, en la Normandía llamó a las puertas del monasterio de Bec para completar sus estudios. Era allí maestro Lanfranc, de quien se decía que sabía la gramática como Herodiano; la dialéctica como Aristóteles; la retórica como Cicerón y la escritura como San Jerónimo y san Agustín.

Al terminar su formación científica Anselmo resolvió hacerse también monje. Tenía veintitrés años. Poco después su maestro Lanfranc era elevado a la sede episcopal de Cantorbery y Anselmo tenía que sucederle en la cátedra, como discípulo más aventajado. A la muerte de Herluino abad del monasterio de Bec, el joven maestro fue elegido para superior de la abadía.

La norma de su gobierno fue la mansedumbre y bondad. A un abad demasiado riguroso que se quejaba del espíritu de rebeldía de sus súbditos le escribe: ¿Cómo queréis que reine en vuestra casa la paz y la disciplina, si sólo alimentáis a vuestros hijos con la hiel y amargura?

El secreto de su paz interior o declaró a otro religioso en estas palabras: “Si  quieres ser feliz en la vida religiosa olvídate del mundo y alégrate de que el mundo se olvide de ti”. La calma era uno de sus rasgos distintivos. Por eso insistía en la renuncia de sí mismo. Solía decir que el mayor tirano de un religioso es la propia voluntad. El claustro es el paraíso terrenal para quien puede decir que no vive él sino Cristo.

El se olvida del mundo, pero el mundo no lo olvidaba. En el año 1092 fue nombrado para la silla primada de Cantorbery, a la muerte de su maestro Lanfranc. Desde ahora su vivir será luchar.

Antes de ser nombrado obispo, había dicho a Guillermo II: “No te empeñes en amarrar un toro con un cordero, porque no podrán trillar”. Efectivamente, el monarca inglés no se pudo nunca entender con Anselmo. Quería ser monarca y Papa al mismo tiempo. Pretendía disponer con absoluta autoridad en los negocios de la Iglesia y apropiarse de todos sus bienes.

El nuevo arzobispo quiso reducirlo a buen camino por las buenas, con exhortaciones y consejos. No bastó esto y tuvo que excomulgarlo.

Anselmo salió desterrado de Inglaterra. Peregrinó por el Continente. Lyon, Roma, Nápoles pudieron admirar su virtud y su ciencia. Asistió como lumbrera a un concilio primero en Bari y luego otro en Roma. Los honores que recibía en Italia le hicieron volver a Francia, no sin haber pedido varias veces al Papa que aceptara su renuncia al obispado de Cantorbery.

 A la muerte de Guillermo II volvió a su diócesis. Tuvo que luchar con Enrique II para defender los derechos de la Iglesia. Volvió a desterrarse por segunda vez y vino a visitar al Papa. Los clamores de los católicos ingleses y la influencia de la hermana del rey lograron que fuera repuesto en su sede, y en ella vivió hasta su muerte.

Dos años estuvo enfermo, sin que saliese de sus labios otra queja que la de no poder celebrar la Santa Misa. Durante su última enfermedad descansaba en un lecho vestido de áspero cilicio. Murió el 21 de abril de 1109.

San Anselmo fue Santo y el primer teólogo-filósofo. Como san Agustín y todos los grandes talentos, buscó siempre la paz de su alma en el abrazo de Dios.

Publicado en Cuenca, 21 de abril de 2020 y el 21 de abril de 2024.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:
-Año Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.


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