Las Actas de
estos dos Santos mártires de la persecución de Decio (249-251) tienen
interpolaciones y circunstancias comunes a otros mártires. Nos pintan a los dos
Santos valientes y caritativos en tiempo de persecución. Visitan las cárceles,
las casas particulares, exhortando, aliviando y socorriendo con limosnas.
Delante de
Decio y de su prefecto confiesan firmemente la fe cristiana. Son azotados con
látigos que tienen los extremos incrustaciones metálicas y de huesos; son
expuestos en público anfiteatro a los osos y leones, que los respetan como si
fuesen mansos corderos. Al fin perecen al filo de la espada. Sus cadáveres
fueron expuestos al público tres días enteros, delante de la estatua del Sol,
cerca del anfiteatro Flavio. Esto es lo que dicen sus Actas. Con ellos y los
monumentos antiguos podemos reconstruir la historia.
Todos los
Martirologios convienen que padecieron en tiempo del emperador Decio; por
tanto, a mediados del siglo III. También es cierto que eran dos personajes
nobles, naturales de Persia. Habían venido a Roma, bien como prisioneros o
rehenes de guerra en tiempo de Gordiano o Filipo, predecesores de Decio.
También pudieron haberse establecido en Roma como comerciantes orientales. Su martirio es también innegable, como su
sepultura en el cementerio de Ponciano, junto a la Vía de Porto.
Un fresco,
probablemente del siglo VIII, tal vez contemporáneo de la redacción de sus
Actas, nos presenta a los dos Santos en el baptisterio del cementerio de
Ponciano, con sus vestidos orientales: gorro frigio, larga capa con capuchón,
que se abre sobre una túnica de piel. Está escrito el nombre de los dos Santos.
También, y a su lado, se ve al mártir san Vicente y a otro desconocido llamado
Milix. Esta pintura representa la coronación de los cuatro mártires por Cristo,
como Rey que pone las insignias del valor militar a sus mejores soldados.
Roma profesó
siempre gran devoción a estos Santos. Como las Actas cuentan que sus cuerpos
fueron expuestos delante de la estatua del Sol. En la Edad Media se levantó
allí, frente al Coliseo, una iglesia en honra suya, que perduraba todavía en
tiempo de San Pío V.
Antiguamente
en el Gregoriano tenían hasta Prefecio propio, muy devoto. San Abdón y San Senén,
se dice, son del número de los Santos, escogidos por Dios desde toda la
eternidad para mostrar al mundo la luz de la verdad. Llenos del Espíritu Santo
vencieron en la fragilidad de su carne
el terror de la muerte. Dios los colocó en el prado de la Iglesia y han
florecido en ella como rosas y lirios, que en el martirio por la fe se
cubrieron de la púrpura de la sangre de Cristo, y al recibir el premio de su
victoria, vistieron la blancura de los bienaventurados.
Publicado en Cuenca. 30 de julio
de 2020 y el 30 de julio de 2024.
Por: José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La
casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J.
Madrid. 1961.
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