De los padres de la Virgen no nos
ha dejado nada los escritores del Nuevo Testamento. Lo poco que conocemos
sobre ellos lo debemos a varios libros apócrifos, como el Protoevangelio de
Santiago, el Seudomateo y el Evangelio de María, que dan siempre un número de
verdad e historia, aunque en muchas cosas sean legendarios.
Santa Ana, a quien los Santos Padres apellidan el consuelo de los hijos de Dios que suspiraban por la venida del Mesías, nació en Belén de la tribu de Judá, a dos leguas de Jerusalén, llamada comúnmente en el evangelio, Ciudad de David, por haber nacido en ella este monarca. Tuvo por padre a Mathan, sacerdote de Belén, de la tribu de Leví y de la familia de Aaron, que entre los judíos era la familia sacerdotal. Su madre se llamó María, de la tribu de Judá, ambos muy recomendables por su nacimiento, por su notoria bondad y por su ejemplar virtud. Tuvo tres hijas. La primera llamada María como su madre, casó con Cleofás. La segunda hija fue Sobé, madre de Isabel. y la tercera hija fue Ana, la que hoy celebramos, que casó con Joaquín, que vivía en la ciudad de Nazaret y era de la casa real de David, con cuyo enlace se unió la familia sacerdotal con la real, circunstancia indispensable para que la madre del Mesías pudiese nacer de este matrimonio.
Santa Ana. Obra de Ventura Rodríguez.
Altar Mayor. Catedral de Cuenca.
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El culto de Santa Ana y de San
Joaquín es muy antiguo entre los orientales sobre todo, como nos lo revelan San
Gregorio y San Epifanio, los himnos griegos y las homilías de los Santos Padres,
que alaban extraordinariamente a la bienaventurada madre de la Virgen.
Justiniano hizo construir en
Constantinopla una iglesia en honra de Santa Ana en año 550. El 636, fecha de la
toma de Jerusalén por los musulmanes, existía ya una basílica en honra de la
madre de María, hoy espléndidamente restaurada, junto a la probática piscina, y
donde la tradición localiza el lugar del nacimiento de María.
Consta de tres naves espléndidas
que terminan en ábside. En el altar mayor hay una estatua preciosa de Santa Ana
enseñando la Sagrada Escritura a la Virgen, recuerdo que ha inspirado a tantos
artistas como a nuestro inmortal Murillo.
Los sirios veneran a Santa Ana
con el nombre de Dina, el 25 de
julio. Pero generalmente los orientales tienden a poner la fiesta de los padres
de María cerca de la Natividad o de su Asunción a los cielos.
San Joaquín. Obra de Ventura Rodríguez.
Altar Mayor. Catedral de Cuenca.
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En Occidente su culto no llega más allá del siglo VIII. En
un nicho de la basílica de Santa María de la Antigua, en el foro romano, hay
una pintura del siglo VIII que representa tres madres con sus hijos: Santa Ana
con la Virgen, Santa Isabel con San Juan y María con el Niño Jesús. La fiesta
litúrgica de Santa Ana empieza a aparecer bien avanzada la Edad Media. Entra
definitivamente en el Misal Romano en el año 1584, bajo el papado de Gregorio
XIII.
El nombre de Ana en hebreo es Hannah o Juana y significa
gracia. Joaquín significa: “vale tanto
como Yahvé”, prepara o fortalece. Ambos nombres denotan, por tanto, su
misión divina: preparación de las promesas mesiánicas, siendo los inmediatos
progenitores de la Madre del Salvador.
Poco conocemos de la vida exterior de estos dos esposos. Nos
basta con saber que fueron los padres de “la
llena de gracia, la bendita sobre todas las mujeres, la Madre de Jesús”.
Sabemos que en el seno de Ana germinó la plenitud de la gracia; que en sus
entrañas se realizó el misterio de la Inmaculada Concepción.
El anciano matrimonio había suplicado,
por mucho tiempo al Señor, una bendición y al fin se les concedió. Todos los
anhelos, todos los suspiros apasionados de los antiguos patriarcas se habían
condensado en ellos, y en ellos se condensó también la realización de todas las
promesas de Dios al hacerlos padres de María. Ellos fueron el tallo de donde
brotó la flor que había de cuajar en el fruto bendito, que es Jesús, el
Salvador. Esto es lo que sabemos de Santa Ana y San Joaquín. Basta y sobra para
nuestra devoción y gratitud. Grandes tuvieron que ser aquellos corazones y muy
santos, cuando Dios los escogió para padres de la Virgen Inmaculada, Madre de
Dios.
Publicado en Cuenca, 26 de julio de 2019. Actualizado el 26 de julio de 2024.
Por: José María Rodríguez González.
Profesor e investigador histórico.
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