Estos santos
que hoy celebramos eran hermanos, ambos varones, aunque el nombre de Jovita
suene a femenino. Eran Nacidos en
Brescia, en la Lombardía; “modestos, virtuosos y unidos entre sí con el vínculo
de una hermanable caridad”. Faustino fue ordenado sacerdote y Jovita diácono y
se dedicaron a predicar la fe cristiana, consiguiendo numerosas conversiones.
San Faustino y San Jovita |
Cuando sobrevinieron
las persecuciones, éstas empezaron a manifestarse suavemente, con más halagos y
promesas que amenazas. Se les ofreció que si daban culto a los dioses del
Imperio tendrían altos cargos y fortuna, mando y dinero, lo más deseable que se
podía alcanzar en este mundo. Confiando en la impresión que sin duda iba a causarles
la riqueza y grandiosidad del Templo del Sol, fueron llevados allí para que
admiraran lo magnífico que era aquel dios al que se les pedía adorar.
La estatua del
Sol presidía soberbiamente el lugar, toda de oro, guarnecida de piedras
preciosas y luciendo en la cabeza muchísimos rayos de oro fino, como una corona
sin igual de opulencia y poder. El sol que da luz y vida simbolizado por el
oro, rey de los metales, un compendio visible de la idolatría más convincente.
Por respuesta
Faustino y Jovita se pusieron a orar, y en el acto la estatua se cubrió de
hollín y los áureos rayos de la cabeza se convirtieron en el más negro carbón;
y cuando los servidores del templo iban a limpiarla para devolverle su antiguo esplendor se les
deshizo en las manos hasta quedar reducida a cenizas.
Como castigo
por aquel incalificable sacrilegio de transformar la riqueza en polvo, los dos
cristianos fueron entregados al verdugo, y se les degolló junto a la puerta de
Brescia que da al camino de Cremona.
Publicado en Cuenca, 15 de
febrero de 2020. Actualizado 15 de febrero de 2024.
Por; José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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