Fue uno de los
obispo de la Iglesia primitiva. Considerado como padre apostólico. Fue obispo de la ciudad de Esmirna, se piensa
que fue consagrado por el mismo san Juan. Existen pocos datos acerca de su
vida, aunque se sabe acerca de su muerte que fue quemado en una hoguera en el
año 155 de la era cristiana, durante el gobierno del emperador Antonio Pío.
Martirio de san Policarpo de Esmirna. |
Era un anciano
lleno de virtud, saber y experiencia envuelto en una particular veneración por
haber sido discípulo del propio san Juan Evangelista; en pleno siglo II había,
pues, conocido a uno de los apóstoles del Señor, nadie podía dejar de
recordarlo, y se llamaba “padre de los cristianos” incluso entre los que no lo
eran. San Jerónimo, más enfáticamente, le nombra como “Príncipe de Asia”.
Fue un gran
obispo de Esmirna, y su nombre griego, que en castellano puede traducirse por “fruto
abundante”, parecía en él más adecuado que en cualquier otro por sus obras de
caridad. Ya octogenario emprendió un vieja a Roma para hablar con el papa
Aniceto y consultarle cuestiones de liturgia, y su regreso tuvo que enfrentarse
con la persecución.
Según san
Eusebio, tres días antes de que le prendieran tuvo una visión en la que su
almohada era consumida por el fuego, y entonces anunció a los que estaban con
él: “Me quemarán vivo” (siglos más tarde
en recuerdo de esta almohada san Policarpo era invocado contra el dolor de oídos).
Descubierto en
su escondite, no lejos de la ciudad, fue conducido a Esmirna, y allí las
autoridades le pidieron que blasfemara, que maldijera a Cristo. Ante su
negativa, se le ató a un palo entre leña en medio de un estadio al que había
acudido la multitud para ver cómo moría un obispo de aquella secta.
Al encendér la
hoguera, las llamas, sin tocarle, le rodearon “como una vela de navío hinchada
por el viento”, y hubo que darle muerte con una espada. Dicen que de su cuerpo
brotó tanta sangre que apagó el fuego, y que el cadáver, sin la menor
quemadura, tenía el mismo color que el pan cocido y desprendía un perfume a
incienso y mirra.
Publicado en Cuenca, 23 de
febrero de 2020. Actualizado el 23 de febrero de 2024.
Por: José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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