viernes, 19 de septiembre de 2025

San Eustaquio. Festividad del 20 de septiembre.

   Siguiendo las Actas griegas y latinas con referencia a la vida de san Eustaquio parece más una novela por los incidentes que se narran, intentaré resumirlos lo posible para que su lectura no resulte prolongada, pero merece la pena leerla.

Según las Actas, Eustaquio nació en Roma y fue uno de los oficiales más valerosos de los ejércitos de Tito y Vespasiano, que cercaron y tomaron la ciudad de Jerusalén en el año 70. Su verdadero nombre era el de Plácido y cuando regresó a Roma se dedicó a la administración  de sus grandes latifundios, alternando el cuidado de su hacienda con el de cazar, a que era muy aficionado.

San Eustaquio.

Un día de caza se encontró con un ciervo corpulento el cual parece que le invitaba a seguirle, así que nuestro Santo fue detrás de él hasta que al cabo de un tiempo se paró y se volvió como su quisiera hacerle frente o desafiarle. Entonces pudo ver que entre su cornamenta estaba como suspendida la imagen de Cristo Crucificado y oyó una poderosa voz que  le mandaba dejar el paganismo y hacerse cristiano.

Su esposa se llamaba Taciana, había tenido un sueño de carácter parecido. Convinieron los dos en hacerse cristianos y cambiar de nombre en el bautismo. El se llamó Eustaquio y ella Teopista. Dios les reveló los trabajos de debían padecer por su nombre, como sucedió posteriormente.

Una terrible peste asoló el lugar muriendo todo su ganado, que constituía la parte más abundante de su hacienda y los esclavos que cultivaban los campos murieron. El emperador dispuso por el mismo tiempo la separación definitiva de todos los oficiales de su ejército que no figuraban en los cuadros activos. Por todo ello le vino la pobreza y la necesidad de trabajar para comer.

Eustaquio decidió salir de Roma con su mujer y sus dos hijos pequeños. Se embarcó en Ostia, más con la mala suerte que el capitán del navío se enamoró de Teopista, hombre sin escrúpulos se deshizo de Eustaquio y de los hijos dejándolos en la primera costa africana que arribaron para que no les estorbara en sus planes.

Para Eustaquio y los niños comenzó una aventura por la desierta playa, se alimentaban de moluscos y hierbas silvestres. Para buscar comida se internaron tierra adentro, encontrando un río que tenían que cruzar. Para ello dejó a uno de los niños en una  orilla y al otro en la opuesta, plan que le costó la pérdida de los dos, pensó que uno había sido presa de un león y el otro de una loba. Con todo esto se había cumplido la profecía del Señor: llegaría un día en que se quedaría sin bienes, sin esposa y sin hijos. Resignado como otro nuevo Job.

Visto lo sucedido prosiguió el camino hasta dar con una aldea donde se puso a servir  con una amo como mozo de labranza. De esta forma vivió 14 años. Su mujer, Teopista, escapó del capitán a quien Dios privó repentinamente de la vida; desembarcó en el puerto de África y se puso a servir como criada.

Los hijos fueron también milagrosamente salvados por los campesinos de los dientes de las fieras y recogidos en la aldea vivieron, sin saberlo, cerca de donde trabajaba su padre.

En Roma entre tanto se acuerda Trajano de la prudencia y valor militar de Plácido (Eustaquio), a quien necesita para una campana en Oriente. Manda buscarlo por todo el Imperio. Dos oficiales llegan a la aldea africana donde él trabajaba, estos habían servido en sus filas, no tardaron en darse cuenta de que aquel hombre esa su oficial. Le comunicaron la orden del Emperador y le obligaron a volverse con ellos a Roma.

El emperador le devolvió todos sus grados y lo puso al frente de un ejército que debía partir para Oriente. Iban como simples soldados sud dos hijos Agapito y Teopisto, ya hombres. La suerte les deparó que padre e hijos se reconocieran en los azares de la campaña. La madre seguía de criada en África. Allí se enteró por dos oficiales, que se hospedaban en la casa, de los triunfos y cambio de fortuna de su marido y de sus hijos. Les rogó que avisasen a Eustaquio dónde se encontraba ella y al fin volvieron a juntarse bajo un mismo techo los dos santos esposos con sus hijos.

La felicidad dura poco en esta vida, cuando depende solamente de factores externos y puramente humanos. Vuelto a Roma san Eustaquio, fue recibido con los honores del triunfo; pero Adriano quiso solemnizar la victoria con grandes sacrificios a los ídolos del Imperio. Los cristianos no podían tomar parte en ellos. Eustaquio se negó rotundamente, por lo cual el emperador se enojó, que lo mandó echar con toda su familia a los leones en el anfiteatro. Las fieras los perdonaron, ni nos rozaron, pero entonces los mandaron meter a los cuatro en un buey de bronce, el cual pusieron sobre una hoguera. Así volaron al cielo todos juntos a recibir la misma corona que les había merecido una misma fe y constancia.

Esta es la historia de san Eustaquio tal como aparece en sus Actas.

En tiempos de León III aparece en Roma una iglesia dedicada a San Eustaquio, que fue posteriormente reedificada por Celestino III. Sobre una de las puertas de esta famosa diaconía romana se leía en otro tiempo un dístico latino que traducido dice así: “Yo Juan he restaurado este atrio y estas puertas para que a mí se me abra la puerta del cielo en el día de mi tránsito”.

Publicado en Cuenca, 20 de septiembre de 2020 y el 20 de septiembre de 2025.

Por José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:

-Año Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.

-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.

-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.

 

 

La primera y la última conquista de Cuenca.

    Buscando, buscando he dado con algo que a todos los amantes de Cuenca gusta y ahora que nos encontramos a las puertas de la celebración de la toma de Cuenca por Alfonso VIII quiero traeros algo que merece la pena recordar.
    Se tiene por cierta la primera conquista de Cuenca a principios del siglo XII, aunque se duda de su autenticidad de cierta crónica que se conserva en el archivo del Ayuntamiento de Ávila y que da bastantes detalles de lo que sucedió.

    Dice así: “Gobernaba la ciudad el moro Ahacen Boali cuando Fernán Ruiz Minaya, después de cercarla, ordenó el asalto, el día 23 de mayo de 1106, en el que perecieron Alonso Ruiz de Minaya, hermano del jefe que dirigía el ataque, Flores Pardo, jefe de las milicias zamoranas, Sánchez Zurraquin, jefe de las abulenses y Pedro Bezudo de las huestes de Segovia: la plaza fue tomada por los cristianos y fue encomendada su guarda al intrépido avilés Blasco Jimeno.
Alfonso VIII en una miniatura Medieval
    Dos años más tarde, en 1108, las armas cristianas sufrieron una terrible derrota en las tierras de Cuenca: el rey Alfonso VI estaba ya viejo y achacoso y puso al mando de su ejército a su único hijo varón, D. Sancho. Los almorávides encontraron a los cristianos en las cercanías de Uclés y allí dieron la batalla de este nombre, en la que perecieron el infante D. Sancho con los seis  condes que le acompañaban, por lo cual también se llamó esta batalla “La de los seis condes”.

    Cuentan los anales toledanos que “Alvar Hannez tomó a Cuenca de moros en el mes de julio de 1111”. Muy pronto volvió al poder musulmán; en 1137 se rebeló contra sus nuevos dueños los almorávides, por lo cual el príncipe Taxfin la tomó a viva fuerza y la impuso severos castigos.
    En 1146 era alcaide de nuestra capital el Tagray, quien cansado de llevar la voz de otro jefe, bravo y ambicioso se declaró independiente y se hizo dueño de buena parte del Oriente de España con ayuda de los cristianos; pero enemistados éstos cercaron al Tagray y en Murcia cayó al intentar huir.

    En este continuo batallar que cada día acrecentaba más su importancia, llegó Cuenca a finales del siglo XII, cuando ocupaba el trono castellano el rey Alfonso VIII el de las Navas.
    Apenas había salido el príncipe de su minoría de edad y libre de la guerra con Navarra, emprendió la guerra contra los moros. Ayudado por D. Alfonso II de Aragón y seguidos ambos monarcas de muchos obispos y magnates, con un numeroso ejército, determinaron la conquista de Cuenca.

    El primero en llegar a las puertas de la ciudad fue D. Pedro Ruiz Azagra, señor de Albarracín, al que se unieron después los castellanos Tello Pérez de Meneses, capitán mayor del ejército, D. Diego López de Haro, señor de Vizcaya, los obispos de Burgos, Ávila, Sigüenza y Palencia; con los aragoneses vino el arzobispo de Tarragona y el Obispo de Zaragoza, Fernán Ruiz de Azagra, señor de Daroca, y otros muchos de ambos reinos que firmaron la concordia en virtud de la cual, y sobre el campo, el monarca castellano absolvió al aragonés del homenaje y feudo que le prestaba desde el reinado de Ramiro el Monje por los estados sitos a la derecha del Ebro.
    Nueve meses se mantuvo la ciudad inaccesible a los asaltos de las tropas castellanas, después de inauditos esfuerzos, cuando los mahometanos perdieron la esperanza de ser socorridos, cuando el hambre y la falta de agua hacía sus estragos y las torres de las murallas se derrumbaban a los golpes de las máquinas de guerra, Cuenca se entregó a los sitiadores el 21 de septiembre de 1177. 
    Alfonso VIII concedió a los primeros pobladores la propiedad libre de los términos de la ciudad, el derecho de poblar sus tierras y franquicias de todo pecho que no sirviese para la fábrica de torres y muros; estableció además de los hijodalgos, la clase de aguisados, o ciudadanos militares dispuestos siempre a acudir con armas y caballo a la defensa del territorio; dio solar y rentas a la Orden de Santiago y como digno coronamiento de tanta franquicia, concedió a los moradores de Cuenca un fuero o código especial.

    La ciudad tomó por blasón un cáliz de oro y una estrella de plata en campo rojo, divisa eminente religiosa, y tuvieron su gobierno los más ilustres conquistadores Nuño Sánchez, señalero del Rey y Diego Jiménez, señor de los Cameros”.

    Que estas celebraciones sirvan para hacer de Cuenca una ciudad más grande y noble como siempre la han tenido quienes por ella dieron su vida.

Cuenca, 18 de septiembre de 2018 y 20 de septiembre de 2025.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES DOCUMENTALES

Descripción e historia política, eclesiástica y monumental de España. Madrid. 1897

Hoy, 20 de septiembre, se conmemora 503 años de la primera vuelta el mundo en barco.

Tal día como hoy, un 20 de septiembre de 1519, zarpaba de San Lucas de Barrameda, cinco naos, entre ellas la llamada Victoria, con 237 hombres, al mando de Fernando Magallanes, navegante portugués al servicio del rey Carlos I. También viaja Juan Sebastián el Cano.

Magallanes moriría en abril de 1521 en combate con indígenas de filipinas. El 6 de septiembre de 1522 arribaba de nuevo en el mismo puerto que partió, la nave Victoria, comandada por Elcano, habiendo completado el primer viaje de circunnavegación jamás registrado, de esta forma probaron que la tierra era redonda.
Fernando Magallanes

Este proyecto trataba de buscas una ruta alternativa en dirección al Oeste buscando un estrecho marítimo en América que permitiera pasar al mar del Sur.

España solamente era la nación que podía hacer posible esta expedición, es por ello que en 1517 Fernando de Magallanes viaja a Sevilla donde se puso en contacto con Juan de Aranda, factor de la Casa de Contratación. Ambos consiguieron que en 1519 llegara el proyecto a manos de Carlos I en Valladolid, en esos momento la Capital de España.

Su principal objetico consistía en llegar a las Islas Moculas para obtener especies, haciendo que España se convirtiera en el principal suministrador de pimienta, clavo, nuez moscada y otras especies tan codiciadas en Europa.
Nao Victoria

El plan pretendía abrir una ruta por el Oeste, rodeando el continente Americano por su extremo sur, y pasando sólo por dominios españoles. Surgió una dificultad diplomática, ya que según el Tratado de Tordesillas firmado en 1494 entre Castilla y Portugal, con el que se habían repartido el mundo en dos mitades, las Islas Moculas quedaban del lado de Portugal eso hacía que Carlos I violara el tratado diplomático con Portugal. Magallanes basándose en mapas de su tiempo, creyó que el camino occidental era viable. Posteriormente se vio que fue un error de cálculo, pero el rey de España confió en la empresa y puso al portugués al frente de 265 hombres y cinco barcos llamados: La Trinidad, La Concepción, La Victoria, La Santiago y la San Antonio. A esta flota se la llamó: Flota de las Malucas.

El cargamento con el que regresaron en la nao Victoria fue de 381 sacos de especies, con un peso de 524 quintales. Su venta en el mercado cubrió los gastos de la expedición con un beneficio de 346.220 maravedíes.

Elcano y la tripulación superviviente fueron a Valladolid a  ver al Rey, presentándole a los indios que vinieron con ellos de aquellas islas y los regalos que trajeron, como pájaros raros, productos exquisitos y las preciosas especias.  

Cuenca, 20 de septiembre de 2019 y el 20 de septiembre de 2025.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico




jueves, 18 de septiembre de 2025

Efemérides conquenses. Un 19 de septiembre, el rey Felipe V otorgó a Cuenca los Títulos de Ciudad Fidelísima y Noble.

    El 19 de septiembre de 1710, el rey Felipe V, por Real Carta dio a Cuenca los títulos de Ciudad Fidelísima y Noble, y el 11 de mayo de 1727 le añadió el dictado de Heroica, porque sin jefes y casi sin soldados, detuvieron ante sus muros a los ingleses y portugueses, partidarios de D. Carlos.

En 1706, decidida la retirada del archiduque Carlos de Austria a Valencia desde Madrid y Toledo, el general Perterbourgh que la deseaba, hizo llegar a Cuenca 3.000 valencianos, para asegurar los pasos. D. Juan de Cereceda, cogió en Tarancón todo el contundente de tropas de Perterbourgh y antes de concluir el año recobró el teniente general D. Gabriel Hesio a Cuenca, haciendo 2.000 prisioneros.

Otra ocupación de Cuenca por las tropas del Archiduque parece ser la que describe Estrada diciendo: “En 1706 entraron tropas inglesas a 11 de agosto, mandadas por el teniente general Hugo Wildham, a quien destacó desde Madrid el marqués de las Minas; pues aunque los naturales la defendieron, tuvieron que ceder a superior fuerza. La Ocuparon dos mil ingleses y portugueses hasta el 10 de octubre, cortadas las aguas (llegó a valer más el agua que el vino) la tomó el comandante D. Gabriel Hesio, destacado por el duque de Berwich.

En 1706 escribieron el marqués de las Minas y el conde de la Corzana a los habitantes de Cuenca, para ver si los podían atraer al partido del Archiduque. Les hicieron grandes promesas; pero no quiso la ciudad responderles, y envió las cartas a Felipe, cuando estaba en Jadraque.

El general inglés, que llevaba seis cañones y dos morteros empezó a hacer fuego; los ciudadanos de Cuenca respondieron con el fusil, de modo que Hugo se llenó de inquietud, creyendo que había tropa arreglada para defender la ciudad, redoblando el ataque. El pueblo no acostumbrado a tales sobresaltos pidió la rendición y hubo capitulaciones, dándose rehenes mutuamente, esto  sucedió el 10 de agosto, al día siguiente entró el general inglés con 200 caballos.

Felipe recobró Cuenca en septiembre del mismo año.  El 9 de junio de 1707 se recibió en Cuenca una carta de D. Felipe V, para que se celebrase la fiesta de san Marcos con procesión general, en acción de gracias por la victoria de sus armas en los campos de Almansa. 

Y el día 19 de septiembre de 1710, Felipe V por Real Carta dio a Cuenca el título de Ciudad Fidelísima y Noble, y por otra le notició la fausta nueva de la victoria de Brihuega. En el ayuntamiento celebrado el 11 de abril de 1711 está copia la Real orden para celebrar fiesta perpetua de desagravios a Cristo Sacramentado e imágenes de Ntro. Sr. y de sus santos, puestas en precio y destrozadas por nuestros enemigos; y según el Inventario de privilegios, legajo núm. 13, en 11 de mayo de 1727 D. Felipe V añadió el dictado de Heroica a los que ya diera y antes llevaba la ciudad de Cuenca, porque sin jefes, ni soldados detuvo con su fidelidad y decisión ante sus muros a los ingleses y portugueses, auxiliares del Archiduque.

Publicado en Cuenca, 19 de septiembre de 2020 y 19 de septiembre de 2025.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

 

María de Cervelló. Festividad de hoy, 19 de septiembre. Patrona de los navegantes.

   La Santa que fue llamada María del Socorro. Patrona de los Navegantes por la ayuda que prestaba a quienes naufragaban sin que jamás ella embarcara.

Hoy 19 de septiembre, celebramos la festividad de María de Cervelló (1230-1290). Fue una joven de familia ilustre, nacida en el barrio marino de Barcelona, que desde la niñez dio muestras de una piedad fuera de lo común; se negó a casarse, hizo voto de castidad y por fin se retiró a un beaterio, a la sombra de la iglesia de la Merced, también muy próxima al mar que surcaban los mercenarios para redimir cautivos en tierras africanas.

Algo después se fundó la rama de la Merced, y ella fue la primera mercedaria en el convento barcelonés y hasta que murió su historia exterior es la de una buena monja con fana de buen gobierno y virtudes eminentes.

Pero la Merced tenía un fin muy particular, la redención de cautivos, y así consta también en la fórmula de la profesión de María, el 25 de mayo de 1265: et pro captivis redimentis laborare. ¿Qué podía hacer ella desde el convento de la calle Ancha, frente a la muralla del mar, por la misión de los frailes blancos?

En todas sus imágenes la santa aparece con un barco en las manos, como si jugase con él, y el sobrenombre que la acompaña es de Socós o Socorro, porque el salvamento de náufragos fue su campo de acción visible, acudiendo en ayuda de navegantes que zozobraban, sobre todo cuando eran mercedarios.

Ante las multitudes agolpadas en la playa viendo con horror cómo se hundía un barco en medio de la tempestad, se abría paso sobre las olas aquietándolas hasta salvar a los náufragos, o en plena noche, desaparecía del convento para volver con el hábito empapado de agua salobre, después de haber evitado algún desastre lejos de allí.

María del Socorro, instrumento de la misericordia de Nuestra Señora de la Merced, es la santa marina que jamás embarcó, la que jugaba prodigiosamente a salvar barcos de verdad gracias al poder de su oración, que le daba alas de ángel y sosiego para el mar embravecido.

Murió un 19 de septiembre de 1290. Sus restos incorruptos fueron enterrados en la iglesia de los frailes mercedarios de Barcelona, hoy Basílica de la Merced. Su culto como santa fue aprobado por el Papa Inocencio XII en 1692. Es la Patrona de los Navegantes.

Publicado en Cuenca, 19 de septiembre de 2019 y 19 de septiembre de 2025.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

El milagro de la: “Licuación de la sangre de san Jenaro”. 19 de septiembre.

 San Jenaro. Festividad del 19 de septiembre.

San Jenaro nació hacia el año 270, según las fuentes más modernas, en Nápoles. Su padre era gobernador y hubiera querido tener por sucesor a su hijo; así se opuso al principio de su vocación eclesiástica. Fue ordenado en el año 302, y fue nombrado pronto obispo de Benevento.

Hacia el año 303 estalló la gran persecución de Diocleciano. Tan valiente como caritativo, san Jenaro visitaba a los cristianos encarcelados por la fe y los asistía con sus limosnas y exhortaciones. Al fin el Jenaro fue detenido en Pozzuoli, encarcelado y luego enviado a Nola para comparecer ante el gobernador Timoteo. Después de varios tormentos fue expuesto en el anfiteatro a las fieras, que lo respetaron.

San Jenaro

Por último, fue decapitado con seis compañeros el 19 de septiembre del año 305.

Una tradición añade que el cuerpo del Obispo fue abandonado en el lugar del martirio; una piadosa mujer recogió, en dos pequeñas ampollas, la sangre que se había derramado y con este tesoro se retiró a Antignano, pequeña aldea entre Nápoles y Pozzueli.

El cuerpo de san Jenaro, enterrado a corta distancia del lugar del martirio, estuvo allí hasta el edicto de Milán del año 313. El 19 de septiembre del 315 se hizo el solemne traslado, y en el momento en que el cortejo pasaba por Antignano, la mujer que había recogido las gotas de su sangre presentó al  obispo las dos ampollas que guardaba reverentemente. El obispo las colocó junto al cuerpo y se dice que entonces tuvo lugar por primera vez el milagro que se debía renovar a través de los siglos hasta nuestros días, secos y coagulados, se licuó súbitamente.

El milagro de san Jerónimo consta de una serie de fenómenos extraordinarios que se repiten en determinadas épocas del año, ahora en Nápoles donde están las reliquias y en Pozzuoli, donde se conserva una piedra porosa empapada con la sangre del mártir.

La licuación de la sangre se realiza el 19 de septiembre. Con relación a la piedra porosa que se conserva en Pozzuoli tiene en la cara exterior unas manchas grises y otras rosáceas. Dos veces al año las manchas grises se convierten en rojas y las tojas toman un color más vivo. En algunos años tiene lugar una especie de sudor que deja húmeda toda la piedra. Y esto sucede precisamente a la misma hora en que se verifica la licuación  la ampolla de Nápoles.

Ampolla con la sangre de san Jenaro.

En Nápoles se realizan los tres fenómenos siguientes:

1º la licuación, en determinados días del año, de la sustancia sea y coagulada que se encierra en una pequeña ampolla de cristal y que según la tradición es la sangre del obispo Jenaro, decapitado en Pozzuoli, en el año 305, en odio a Cristo.

2º El aumento de volumen de esta sustancia, encerrada herméticamente en la ampolla de cristal.

3º El tercer prodigio sería la disminución de volumen de la misma sustancia y en las mismas condiciones.

Este triple prodigio se verifica generalmente siempre que se pone la ampolla de cristal enfrente del busto argénteo donde se guarda la cabeza de san Jerónimo. En mayo, durante nueve días consecutivos, en memoria de la traslación del 315; en septiembre, del 9 al 26, aniversario y octava del martirio y en diciembre, solamente el 16, día del patrocinio de san Jenaro, proclamado solemnemente por los napolitanos en el año 1631.

Publicado en Cuenca, 19 de septiembre de 2020 y el 19 de septiembre de 2025.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:

-Año Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.

-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.

-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.

 

miércoles, 17 de septiembre de 2025

San José de Cupertino. Festividad del 18 de septiembre.

     Hoy se celebra la fiesta de un hijo glorioso del serafín de Asís, el humilde y carismático san José de Cupertino, insigne no menos por su simplicidad evangélica que por sus éxtasis y arrebatos místicos.

La naturaleza no le brindó ni salud, ni talento, ni prestigio, ni gracia, ni riqueza; pero Dios le dio todos los tesoros del cielo. Nació en Cupertino, pequeña aldea entre Brindis y Otranto, en el año 1603, y murió en Osimo en 1663.

San José de Cupertino

San José de Cupertino es un ejemplo de lo poco que entendemos los hombres las maravillas y obras de Dios. Los hombres no lo comprenden; incluso los más buenos, le cierran las puertas y lo despiden, como un ser inútil, como un desecho. A duras penas sabía leer y escribir, cerrado de mollera y además torpe y de una manera exasperante: todo se le caía, todo lo rompía, aprender los trabajos más sencillos le costaba meses. Personaje simplón y ridículo, además de enfermizo y enclenque.

Fue un milagro de la Providencia el que pudiera ordenarse. Fray Asno, como se llamaba a sí mismo, sólo sabía obedecer, ser humilde, paciente, enamorado de Dios y devotísimo de la Virgen. Pero si era negado para los estudios, a su alrededor florecían prodigios que atraían a multitudes y despertaban las suspicacias de la Inquisición. ¡Qué fraile más raro!

Su día a día era una visión y éxtasis constante, con solo el tañido de una campana, una imagen o cuadro de la Virgen, era suficiente para transportarlo al cielo. Es difícil creer en tales cosas si no estuviera documentada su vida por varias personas y sus relatos coinciden. Se cuenta que un día, paseando por el huerto, le dijo un compañero: “Fray José, ¡qué hermoso hizo Dios el cielo!” y nuestro Santo lanzo un grito, atravesó los aires y fue a posarse de rodillas en la copa de un olivo. La rama, según informes de quien lo vio, se balanceaba como bajo el peso de un pajarillo.

Algunos envidiosos o mal intencionados lo denunciaron a la Inquisición, para que su virtud fuera más sólida y probada en el horno de la persecución y de la calumnia. Como oro, salió más puro y brillante, fue beatificado por Benedicto XIV en el año 1753 y canonizado por Clemente XIII en el año 1767.

Es Patrón de los parias, de los que no sirven para nada, de los que no tocan con los pies en el suelo, santo aéreo que con su vida quizá nos reproche ser tan útiles, hábiles y listos como nos empeñamos en parecer.

Publicado en Cuenca, 18 de septiembre de 2020 y el 18 de septiembre de 2025.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:

-Año Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.

-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.

-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.