viernes, 18 de octubre de 2024

Pedro de Alcántara (1499-1562) y Pabro de la Cruz (1694-1773). Festividad del 19 de octubre.

    Hoy el Santoral nos trae a dos ascetas rigurosos, intransigentes, coinciden en el calendario desde tiempos antagónicos de la historia humana: la primera mitad del siglo XVI, cuando España y sobre todo Extremadura se lanzaban a la conquista y evangelización del nuevo mundo, y la Italia del siglo XVIII, con un cristianismo amenazado y a la defensiva.

San Pedro de Alcántara.

La mortificación y el sacrificio los identifica a ambos, llevada hasta el extremo que hoy casi parece increíble, sacando de la penitencia las fuerzas espirituales que necesitaban; y los dos también avasalladores en la acción. Pedro reformando, predicando, alentando a santa Teresa.

Santa Teresa dice que jamás le negó el Señor nada de cuanto le pidió por los méritos de fray Pedro. Así llamaba ella al Santo que hoy celebramos y cuya gloria vio después de muerto. “Cuando expiró me apareció y dijo cómo se iba a descansar y que bienaventurada penitencia, que tanto premio le había merecido”.

En vida se trataron personalmente y se entendieron, como se entienden todos los Santos entre sí. Se vieron por primera vez en Ávila, el año 1560 cuando santa Teresa se encontraba por todas partes sola y mal comprendida: “Fue el Señor servido remediar gran parte de mi trabajo, y por entonces todo, con traer a este lugar al bendito fray Pedro de Alcántara”.

Lo más característico de san Pedro de Alcántara no es su historia externa, sus fundaciones, sus predicaciones; fue su penitencia, su espíritu de oración y de pobreza. Con razón se le ha llamado pasmo de penitencia, maestro de contemplativos y paupérrimo entre los pobres. Fundó la orden de los pasionistas, predicando asimismo, escribiendo admirables cartas de dirección.

San Pablo de la Cruz.

Es el criterio sobrenatural sin compromiso que se aferra a Dios y olvida todo saber humano, toda conveniencia de este mundo. Como Pablo de la Cruz, que hizo honor a su elegido nombre y que quería vivir en la contemplación de la Pasión de Cristo sin atender a nada más, reproduciendo en su vida el dolor y la entrega redentora del Hijo de Dios.

Uno y otro, en dos momentos tan dispares de la humanidad, señalan la primacía de la penitencia para la santificación propia y de los demás; la penitencia que asusta a nuestros contemporáneos, que han hecho de esta palabra un tabú, y que ellos abrazan como un duro modelo de forja interior que limpia de todo lo malo e inútil y sirve de camino real hacia la altura.

Publicado en Cuenca, 19 de octubre de 2020 y el 19 de octubre de 2024.

©José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:

-Año Cristiano para todos los días del año. P. Croiset. Madrid. 1846.

-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.

-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.

 

 

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