miércoles, 16 de octubre de 2024

La dulzura de formar parte del poder. Efemérides conquense del 17 de octubre

     Efemérides conquenses. El 17 de octubre de 1599 se hace cargo del episcopado de Cuenca el prelado D. Pedro Portocarrero que había residido durante dos años en Madrid, por desempeñar el cargo de Inquisidor General. Fue el Papa Clemente VIII quien por una orden hizo retornar a sus diócesis a los prelados que residían fuera de ellas, entre ellos al nuestro.

D. Pedro Portocarrero.

Nadie que ha disfrutado el poder se ha visto exento de sus garras de vanidad y opulencia que otorga a quien la disfruta aferrándose a ella hasta la degradación de su persona y desprecio hacia quien desean su salía de ella. Hay un ejemplo palpable en nuestros días.

Es un privilegio que seduce y un mundo quimérico que no existe sino en la imaginación de los que desean y envidian eso piensan los que están viviendo de ella. Es una revolución diaria de acontecimientos que despierta a la vez  en el corazón de sus partidarios pasiones violentas y tristes, tedios crueles, perplejidades odiosas, temores amargos, celos devoradores y aflicciones terribles. Ese gran mundo que a la imaginación se presenta como un Campo Elíseo, como un jardín embalsamado, es una tierra de maldición, donde los pocos placeres tiene sus espinas y amarguras: es un sendero cubierto de abrojos, donde no se da un paso sin lastimas los pies; es un foco de ambición donde la esperanza, pasión tan dulce, hace a todos desgraciados con sus dilataciones; donde los que no tienen que esperar, por haber arribado a la cúspide de los honores, son miserables mirando su elevación y temiendo su caída; donde el tedio es el destino más dulce y soportable, y donde nada es constante, no las fortunas más florecientes, ni las amistades más vivas, ni las reputaciones más puras, ni los favores más brillantes.

Esto sigue pasando ahora, como lo vemos a diario en nuestros gobernantes y pasó con nuestro XLIV obispo de Cuenca. Vástago de la ilustre familia de los marqueses de Villanueva del Fresno, mecida su cuna entre delicias, dotado de un gran talento con que admiró Salamanca como estudiante, como doctor de cánones y leyes, como rector de su universidad; ascendió a regente real y comisario general de Cruzada en el año 1580; obispo de Calahorra en 1588; elegido visitador de la Universidad de Alcalá de Henares y promovido durante el desempeño de esta comisión a obispo de Córdoba y después de Cuenca, e inquisidor general. Es de pensar que favores tan distinguidos, continuos y aglomerados en la persona de D. Pedro Portocarrero, le habían de hacer feliz, en el regio Alcázar de Madrid.

Fue Su Santidad Clemente VIII quien disponía que todos los prelados que estuviesen fuera de sus iglesias dejasen sus cargos y oficios, aunque fuesen inquisidores generales. Felipe III nombró otro inquisidor general y mandó al prelado de Cuenca que asistiese en su avispado.

Esta orden fue para D. Pedro Portocarrero un golpe terrible de muerte, pensó que había caído en desgracia de su Soberano, gracia por la que había sacrificado su reposo y por cuya conservación había sufrido tantas fatigas. Todo esto lo tomo como que la orden emitida era un destierro para él.

EL 17 de octubre de 1599 se presentó al Ilmo. Portocarrero en esta ciudad de Cuenca, pero de un modo inusitado. Llegó  de noche y sin recibimiento alguno y sin prestar el juramento que sus predecesores acostumbraran antes de dirigirse a su palacio episcopal. El 19 bajó a la catedral acompañándole el ayuntamiento en orden de ciudad con porteros vestidos de terciopelo carmesí y con mazas doradas, y se le advirtió un tinte de tristeza que no su afabilidad ni sus esfuerzos pudieron disimular.

No probándole el clima frío de esta ciudad pasó a Pareja, y tampoco allí encontró remedio a sus tristezas. Regresando a Cuenca y obligado a hacer cama más bien por sus aflicciones que por enfermedad, en ella le sobrevinieron nuevos accidentes que anticiparon el término de sus días. Murió el miércoles, 20 de septiembre del año 1600, entre las once y las doce de la mañana, habiendo sido obispo de Cuenca tres años y treinta y ocho días. Su cadáver fue llevado a Jerez de los Caballeros, aun monasterio de monjas, monumento de sus mayores, por su primo D. Francisco Manuel, inquisidor de Toledo.

Publicado en Cuenca, 17 de octubre de 2020 y el 17 de octubre de 2024.

Por: José María Rodríguez González, Profesor e investigador histórico.

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Fuentes:

-Noticias de todos los Ilmos. Señores Obispos que han regido la diócesis de Cuenca. Muñoz y Soliva. 1860.

 

 

 

 

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