Comenzaré por San Dionisio de París que por sus peculiaridades es digno de ser contada su historia. Su nombre nos revela parte de su leyenda: “El que se consagra a Dios en la adversidad”. También se le llamó “Apóstol de las Galias” porque fue el primer obispo de París, lugar donde fue martirizado junto a dos compañeros: Rústico y Eleuterio, esto sucedió en las persecuciones anteriores a Diocleciano.
San Dionisio de París. |
Dionisio podría haber llegado a Francia hacia entre los años 250 y 270, procedente de Italia con seis compañeros, con el fin de evangelizar esos territorios. Fue martirizado en el año 272, junto a sus dos compañeros, anteriormente citados, Rústico y Eleuterio durante la persecución de Aurelio. No se sabe con certeza el lugar del martirio si en Montmartre o en el sur de la isla de la Cité, donde se eleva, actualmente la ciudad de Sanit-Denis, lugar en el que fueron condenados a muerte.
Según la historia escrita en la época carolingia, san Dionisio, tras ser decapitado, caminó seis kilómetros con su cabeza bajo el brazo, atravesando Montmatre, camino que más tarde sería conocido como calle de los Mártires. Dice su leyenda, que tras este camino entregó su cabeza a una mujer descendiente de la nobleza romana, llamada Casulla, y después se desplomó. En ese lugar se edificó la célebre basílica de Saint-Denis en su honor.
Es fácil confundir a san Dionisio de París con San Dionisio Areopagita (Obispo de Atenas), incluso con Dionisio el Místico. Este cruce se cree que proviene del siglo XII, cuando el abad Suger falsificó unos documentos por razones políticas, haciendo creer que San Dionisio asistió a los sermones de Pablo de Tarso.
San Dionisio Areopagita. |
Dionisio Areopagita fue bautizado por el Apóstol San Pablo, fue ordenador primer obispo de Atenas; después habiendo ido a Roma fue enviado por el papa San Clemente a las Galias a predicar el Evangelio; y habiendo llegado a Paría, después que por espacio de algunos años desempeñó fielmente su apostólico ministerial; finalmente después de haber sigo atormentado con diversos tormentos por orden del gobernador Fescennino siendo degollado juntamente con sus compañeros, alcanzó la palma del martirio.
En España, concretamente en Valencia, san Luis Beltrán, de la orden de predicadores, el cual lleno de un espíritu apostólico confirmó con la inocencia de su vida y con muchos milagros el Evangelio que había predicado a los americanos.
Luis Beltrán (1526-1581). Era hijo de un notario, se hizo fraile dominico contra la opinión de su padre, y a pesar de que tenía muy mala salud, sus dotes debían de ser tan espléndidas que a los 23 años era ya maestro de novicios. “Criaba a sus novicios en gran aspereza y penitencia”, se nos dice, aunque no mayor que las que usaba consigo mismo.
San Luis Beltrán fue enviado a las Indias, y allí (Colombia, Panamá, las Islas antillanas) se dedicó a los indígenas con tal celo que consigue multitud de conversiones; se le reconocen muchos milagros. Es reconocido un milagro singular: Una pistola cuyo cañón se convierte en crucifijo, o la violencia amansada en Dios, metamorfosis de las guerras de dentro en la cruz que redime a todos.
Santa Teresa le consulta, san Juan de Ribera le tiene en gran estima, y muere fiel a una teoría del menosprecio que define a ese santo: “Menospreciarme a mí, menospreciar a nadie, menospreciar al mundo y menospreciar el ser menospreciado”.
Publicado en Cuenca, 9 de octubre de 2020 y el 9 de octubre de 2024.
Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Croiset. Madrid. 1846.
-La
casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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