Esta fiesta está algo olvidada, es por ello que quiero resaltarla hoy y traerla al recuerdo, creo que nunca será bastante el agradecimiento que podamos mostrar a la Madre de Dios por toda su labor hacia la humanidad.
Al clausurar el XV centenario del histórico Concilio de Éfeso, el 25 de diciembre de 1931, el papa Pío XI publicó la Encíclica Lux veritatis, donde hace historia del Concilio, ratifica nuevamente la Maternidad divina de la Virgen y termina estableciendo una nueva fiesta en honra de Nuestra Señora, como Madre de Dios. La fiesta de hoy es, por tanto, la fiesta de María Madre de Dios, Mater Dei Theotókos, como dicen los griegos.
Teníamos muchas fiestas en honra de nuestra Madre, pero nos faltaba ésta, que es la razón última de todas las grandezas y glorias de la Virgen. La Maternidad divina acerca de María es cuanto una criatura puede llegar a Dios. No es posible llegar más allá. La levanta al mismo tiempo por encima de todo lo creado. No es posible subir más. Por eso la Virgen está como medio o puente entre Dios y los hombres; es menos que Dios, pero es más que los hombres; y así no le damos el culto y adoración de latría que corresponde a Dios, ni tampoco el de los Santos o dulía, que es el propio de los siervos; le damos el culto intermedio, el de hiperdulía.
El testimonio antiguo más claro de la Maternidad divina de María es el arco llamado de Éfeso, en Santa María la Mayor, que Pío XI restauró con ocasión del centenario del Concilio Mariano. Éfeso le levantó el gran monumento de su definición dogmática, condenando la herejía de Nestorio y proclamando solemnemente a María como Theotókos. En Roma, fue el papa Sixto III, quien le erigió por el mismo tiempo el gran arco de triunfo, en la basílica principal que celebraba sus glorias. El obispo de Roma quiso celebrar el triunfo de la Madre de Dios en Éfeso con la clásica pintura del mosaico, la pintura que resiste al tiempo y parece hacha para la eternidad.
La Maternidad divina de María es la mayor gloria de la Virgen, pero es también nuestro consuelo y alegría, como dice el Papa en su Encíclica. “La Madre de Dios es mi madre”, decía San Estanislado, y esto debemos decir hoy todos los cristianos.
Feliz día a todos y celebremos es ser hijos de la Madre de Dios.
Publicado en Cuenca, 11 de octubre de 2020 y 11 de octubre de 2024.
Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Croiset. Madrid. 1846.
-La
casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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