Día 21 de noviembre
Celebramos en este día, 21 de noviembre, la
consagración de la Virgen María a Dios a la temprana edad de tres años. Algo
así como su ingreso en una Orden religiosa de la que había de ser Madre y
maestra de todas ellas.
Nada prescribía la Ley sobre
aquel paso, que fue, en María y en sus padres, libérrimo y espontáneo. Un día,
cuando sus padres habían madurado la idea de ofrecer a su hija a Dios, y habiéndola
preparado para ello con generosidad, pues era la única hija de San Joaquín y Santa Ana, entregaron a Dios aquel ángel de
bendición que había dado señales ciertas de santidad eminente. Ella por su pie,
diminuta y graciosísima, subió las gradas de la escalinata principal a cuya
terminación le aguardaba el Sumo Sacerdote en hábitos pontificales.
Entre los hebreos la educación
era esencialmente religiosa y los hijos eran consagrados a Dios desde su
nacimiento y en especial los primogénitos varones. Sabemos que el rey Joás de
Judá fue criado en el templo hasta la edad de siete años por el sumo sacerdote
Joad y su esposa Josabet. Esto mismo hicieron Joaquín y Ana con su hija. Las
niñas consagradas a Dios quedaban libres de abandonar el templo hacia la edad
de 15 años. Los votos no las ligaban más que hasta esa edad. Mediante una
módica cantidad podían ser rescatadas, por eso votos eran llamados temporales,
eran tan sólo un ofrecimiento hecho al Señor.
Conmemoramos el día 21 de
noviembre aquella solemne consagración de María siendo una niña de pocos años.
La Iglesia griega llama a esta
fiesta “Entrada de la Madre de Dios en el Templo” y se celebra también este
mismo día. Esta festividad se celebró antes que en Occidente por la popularidad
que logró el texto de Nicéforo acerca de este misterio de la vida de la María,
celebrándose desde el siglo VI. Según Simeón Metafrasto se implantó en Constantinopla el año 730.
Sabemos que en 1166 el emperador Manuel I Comneno (1143-1180) la incluyó entre
las fiestas que debían guardar los tribunales de justicia, lo que aboga en pro
de su importancia y antigüedad.
En Occidente la estableció en
Aviñón en el año 1372 el Papa Gregorio XI, y la hizo facultativa en la Iglesia
Universal, merced a las diligencias de Felipe de Maizières, canciller del rey
de Chipre y delegado suyo, que fue a dar el parabién al nuevo Pontífice por su
elevación a la sede de San Pedro. Pasó después Felipe a la corte de París y
obtuvo del rey Carlos V que se celebrara en su reino. En 1464 una bula de Paulo
II la permitía en Alemania. Sixto IV la introdujo en el Breviario Romano y la
estableció como fiesta de precepto en Roma. San Pío V la reformar el Breviario
la suprimió, pero a instancias de Felipe II, la restableció poco después Gregorio XIII en España y sus dominios. Su
sucesor Sixto V la extendió nuevamente a la Iglesia Universal en 1585, con rito
doble. El oficio actual se debe a Clemente VIII.
El tema fue muy representado en la pintura bizantina y en la pintura tica e
Italia. La escena donde se desarrolla el tema, según proto-evangelio de Santiago, permitió encajar
la pintura en un entorno arquitectónico, incluyendo gradas o escaleras así como
el tratamiento de la perspectiva que se modifica en los últimos siglos de la
pintura medieval hasta la imposición del modelo brunelleschiano en el
Renacimiento, modelo arquitectónico desarrollado por Alberti empleado desde el
año 1447 al 1460.
Las representaciones artísticas
que poseemos en la Catedral conquense del tema que nos ocupa son: la primera y
más espectacular está en el estuco izquierdo del Altar Mayor. Fue realizado
conforme a los diseños de Ventura Rodríguez, de forma clásica. Los artífices a
cuyo cargo estuvo la obra fueron Pedro Ravaglio y Juan Bautista Cremona.
En la capilla de San Roque o del
Pozo, en el retablo plateresco compuesto por siete tablas en las que se
representa escenas alusivas a la vida de la Virgen, se encuentra entre ellas,
la presentación de María en el Templo, Destaca en lo alto la Santísima Virgen
en el momento de ser recibida por el Sacerdote a la puerta del Templo. Y en un
plano inferior y como colocados a cierta distancia se ven las figuras de San
Joaquín y Santa Ana, ella con toca blanca y él con turbante a la cabeza, los
dos contemplando la escena silenciosos.
Sea esta una muestra del
interesante arte que está por descubrir en nuestra magnífica Catedral
conquense.
Publicado en Cuenca, 21 de noviembre de 2020 y el 21 de noviembre de 2024.
©José María Rodríguez González
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