Un día como
hoy de 1864 se produjo una inundación
en Cuenca al desbordarse el río Júcar.
Hoy celebramos
la festividad de San Carlos Borromeo
(1538-1584)
No hay que
idealizar a ningún santo, pero éste es el menos idealizado de una personalidad
quizá poco atractiva. Tímido, silencioso, con un defecto en el habla que nunca llegó a vencer, lento
en el razonar –tal vez hoy le consideraríamos poco inteligente- y con escasa
simpatía natural, parece deberlo todo a la tenacidad y al esfuerzo.
San Carlos Borromeo |
Todo no,
porque además de ser un gran señor por su mena, muy pronto es objeto de una de
las tradicionales medidas de nepotismo de los antiguos papa; su tío Pío IV le
hace cardenal y secretario de Estado a los 22 años, sin ser siquiera sacerdote;
luego, tras ordenarse, es obispo y arzobispo de Milán, diócesis que rigió con
mano muy firme (tan firme que no faltaron intentos de asesinarle).
No fue un nepote cualquiera, piadosísimo y
austero, vivió para la oración, el ayuno y el trabajo. El trabajo: es el santo
de la eficiencia espiritual y material (no en vano es patrón de la banca y la
bolsa), pastor que se ocupa sin descanso de la enseñanza religiosa (escuelas y
seminarios), de la ejemplaridad del clero, de los que viven fuera de la Iglesia,
y que es todo abnegación por los pobres y enfermos, sobre todo durante la peste
de 1576.
Es una de las
grandes figuras que aplicaron inmediatamente los decretos de Trento, concilio
en cuyas sesiones finales desempeñó un importante papel. San Carlos no tiene la
vertiente sentimental de otros, es un santo hecho a fuera de puños, con el
hándicap de sus visibles limitaciones y de la influencia familiar que le encumbró.
Trento sin santos, sólo con teólogos y organizadores, no hubiera sido nada, él
se hizo espejo de la Contrarreforma trabajando oscuramente en reformarse a sí
mismo hasta morir extenuado.
Agotado por su
trabajo, le acometió una fuerte calentura. Gravemente enfermo llegó a Milán el
2 de noviembre de 1584, y al anochecer del día siguiente entregó su alma a
Dios. El Papa Gregorio XIII dijo de él: “Una lumbrera de Israel se ha extinguido”.
Es considerado
el Patrón de los catequistas, seminaristas y empleados de banca y de bolsa. La
iconografía del San Carlos es muy rica, fue retratado, entre otros pintores,
por Ambrosio Figini, cuyo retrato se conserva en la Biblioteca Ambrosiana de
Milán.
Publicado en Cuenca, 4 de
noviembre de 2019 y el 4 de noviembre de 2024.
José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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