jueves, 21 de noviembre de 2024

Hoy, 22 de noviembre celebramos a Santa Cecilia.

   Felicitamos, a los músicos, poetas y a las personas ciegas por ser su patrona. Sus atributos iconográficos son el órgano, el laúd y las rosas.

   Santa Cecilia nació en el seno de una familia nobilísima, fue obligada a contraer matrimonio con Valeriano. 
   Cecilia había pedido a Dios que defendiera su virginidad, no solamente lo consiguió con ayuda de un ángel, sino que logró convertir a la fe cristiana a su esposo y a su cuñado Tiburcio.
   Algunos meses después del martirio de estos santos hermanos, fue citada a juicio la moble virgen ante el prefecto Almaquio.
   Después de los trabajos realizados por los arqueólogos y recogidos sabiamente por Dom Gueranger en su obra sobre Santa Cecilia y la sociedad romana de los primeros siglos cristianos, podemos reconstruir con exactitud aquellas emocionantes escenas.
   Pocas horas antes de su martirio se había celebrado en el palacio de Cecilia el Bautismo de 400 paganos, convertidos por ella a la fe cristiana. El pontífice Urbano había dirigido el acto. Cecilia cedió al Papa su casa para templo, poniéndola a nombre de Gordiano, uno de los recién bautizados y condenados entre los patricios con el título de clarísimo.

    Antes de presentarse en el tribunal, Cecilia vistió su mejor traje de noble patricia. Era para ella la hora más solemne y alegre de su vida y el juicio más deseable que las danzas, las tertulias y banquetes de los romanos.

    Almaquio para que abjurase de su fe le dijo: ¡Desgraciada! ¿Ignoras que yo tengo sobre ti poder de tu vida y de tu muerte?

Mientes: puedes matar a los vivos, pero no resucitar a los muertos. No eres ministro de vida, sino de muerte. Contesto Cecilia.

Octavia, la mujer de Nerón. Había sido condenada por su cruel marido a morir asfixiada entre los intolerables ardores del calderium, la sala de baño de los romanos. Contra Cecilia pronuncio Almaquio, la misma sentencia.

Con su traje de gala, entró la virgen en el lugar del tormento. Cerrada la puerta por los verdugos, Cecilia se puso en oración. Aunque las calderas ardían y el calor resultaba insoportable ella se sentía como bañada por un celestial rocío, el mismo ángel que había guardado su pureza la defendió de los abrasadores vapores.
Santa Cecilia de Giambattista Tiepolo

Al día siguiente, Almaquio envió un lictor que le cortase la cabeza. El infeliz verdugo erró el golpe y después de herirla por tres veces la dejó viva aún, tendida sobre el pavimento, bañada en su propia sangre que manaba de su cuello, porque la ley prohibía al lictor rematar a la víctima si no moría después del tercer golpe.

Al tercer día se les permitió recoger su cuerpo. El Papa Urbano colocó el cuerpo de la santa mártir en un ataúd de ciprés sin tocar sus ricas vestiduras, respetando la actitud en que había expirado, recostada sobre el lado derecho, juntas las rodillas con delicada modestia. A los pies puso los lienzos empapados en sangre. Fue transportada a la catacumba de San Calixto en la Vía Apia y depositada en un sarcófago de mármol. En el año 821 fue trasladado por el Papa Pascual I a la basílica de la Santa en el Trastevere, donde se venera al lado de San Valeriano y San Tiburcio, su esposo y cuñado respectivamente, convertidos por ella a la fe.
Santa Cecilia. Escultura barroca de Stefano Maderno.

El escultor Stefano Maderno, se encargó de eternizar, con su cincel, la actitud en que fue hallado el cuerpo de la Santa tras su martirio.

Publicado en Cuenca, 22 de noviembre de 2019. Actializado el 22 de noviembre de 2024.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.


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